En esta tercera entrega nos dedicamos a explorar Satya, la verdad, así como importancia de las palabras y el simbolismo del mantra OM
Con la deseada llegada de la primavera, el año nuevo estacional de renacer y revivir gracias a la generosidad de la luz solar, nos dedicamos a explorar Satya: este segundo Yama representa y se refiere a la verdad. La misma verdad que emana simultáneamente de pensamiento, palabra y acción, cuando existe integridad. Enfoquémonos hoy en el poder de la palabra, la palabra verdadera, auténtica, honesta.
Nuestro mundo de hoy nos satura de constante infoxicación, atravesamos la era de la desinformación y la post-verdad; la tergiversación y la manipulación de contenidos son de lo más frecuente. Sumidos en las redes sociales que nos atrapan, vemos con mayor o menor estupor cómo cualquier rumor se propaga como la pólvora. En las interacciones cotidianas, la verborrea es un hábito corriente. Tales circunstancias parecen mostrarnos que el cultivo de Satya es todavía más imperioso.
Destacaremos el aspecto de Satya que se expresaría en forma de comunicación adecuada
La importancia de la palabra es un hecho, ya la modernidad occidental designó a la prensa y los medios de comunicación como ‘el cuarto poder’. Numerosas tradiciones se han preocupado y ocupado de este importantísimo tema. Más allá de esta fuerza constatada de las palabras, ¿cómo proceder para comunicarnos desde Satya?
DIFERENTES MIRADAS DE SATYA
Una afirmación muy rotunda es la siguiente: si vas a romper el silencio, lo que digas debe superarlo en belleza; así reza el proverbio árabe. Si nuestras palabras no mejoran el silencio, no merecen pronunciarse.
La Grecia Antigua también entronca con esta sabiduría a través de la filosofía socrática: según el maestro, antes de traerlas al mundo, las palabras deben necesariamente filtrarse por tres tamices: la verdad, la bondad y la necesidad. Lo que vas a decir, ¿es cierto? Una vez dicho, ¿resultará benéfico? Y además de eso, ¿es realmente necesario?
Las culturas nativas americanas también dotan de gran importancia a la palabra. Así lo muestra el primero de Los Cuatro Acuerdos Toltecas: ‘sé impecable con tus palabras’ . Parece muy simple, pero es sumamente poderoso. Además de un gran desafío enormemente difícil de sostener consistentemente.
La neurociencia viene a corroborar lo mencionado: la investigadora Lisa Heldman Barret afirma que ‘el poder de la palabra no es ninguna metáfora, sino que es parte de nuestra propia estructura cerebral’. Podéis verla en esta charla TED, en inglés.
EL PODER DE LAS PALABRAS
Las palabras bendicen, maldicen, crean y destruyen, animan o deprimen, reconfortan o sumen en la ansiedad, acogen o rechazan. Este poder de la palabra radica tanto en su significado como en su forma. La tradición yóguica reconoce la realidad sonora y vibracional de las palabras cuya potencia se encarna el mantra.
Uno de los mantras más conocidos es ‘aum’ (transcrito frecuentemente como ‘om’). Se utiliza para señalar el inicio de una clase y su cierre, también para inaugurar y clausurar otros rituales (es también el mantra matriz que se canta al comienzo y acabamiento de otros mantras). AUM representa exactamente eso: el principio y el fin, el alfa y el omega, el ciclo universal de la vida concentrado en tres sonidos (A-U-M). Para emitir la A es necesario abrir la boca ampliamente y se origina el sonido; para pronunciar la U debemos cerrar más los labios y la M requiere sellarlos por completo. De este modo se simboliza el nacimiento del universo, con una total apertura bucal, la evolución que va cerrándose para culminar en el fin del ciclo, cerrando los labios y disolviendo el sonido al terminarse el aire. Cada ‘om’ nos brinda la consciencia del ciclo vital del que surgimos y al que volvemos.
‘En el principio era el verbo’: la tradición cristiana también recoge la noción del poder de creación del mundo a través de la palabra. ‘Creación’ y ‘karma’ están etimológicamente emparentadas (por la raíz kri, cuyo significado nos remite a hacer, a acción), la familia lingüística indoeuropea hermana ambas zonas geográficas.
Tal vez antes ser capaces de dar nuestra palabra sea imprescindible ahondar en el recogimiento y la reflexión de un profundo silencio.
Autora
Elisenda Palau, colaboradora. Practicante de Asana y estudiante de Yoga desde hace más de una década. Graduada como instructora en 2011 (por la Alianza Europea del Yoga y por la North-American Yoga Alliance) cuenta con más de 500 horas de formación en su haber y sigue impartiendo cursos y talleres. Actualmente también se dedica profesionalmente a la interpretación de conferencias, entre muchos otros proyectos.